jueves, 16 de abril de 2015

¿El “microbioma” involucrado en la salud mental?


Cada vez se está dando más importancia a nivel científico a la  comunicación que parece existir entre la flora intestinal “normal” que habita nuestro sistema digestivo y nuestro sistema nervioso central. Se está volviendo un foco importante de estudio para entender aparentes enfermedades que no tendrían, en principio, nada que ver, como por ejemplo con la diabetes mellitus tipo 2, enfermedades cardiovasculares o incluso neurológicas como la Esclerosis Múltiple, el Alzhemimer o la enfermedad de Parkinson.

El microbioma intestinal humano es modificado desde que nacemos, inicialmente por factores del mismo parto y lactancia materna, como posteriormente por cada influencia ambiental que podamos recibir durante la vida como tipo de alimentación, uso de antibióticos, enfermedades e infecciones gastrointestinales, etc.  Una alteración en su composición, diversidad bacteriana,  y estabilidad se ha visto relacionada con un amplio rango de patologías tanto autoinmunes, metabólicos, gastrointestinales e incluso desórdenes nerviosos.

El sistema nervioso, al igual que sucede con el resto de sistemas del cuerpo humano, gobierna el sistema digestivo y lo modula a través del sistema neurovegetativo, junto con el sistema endocrino e inmunológico. Al mismo tiempo una serie de bacterias propias de la flora intestinal normal cumplen papel importante para el mantenimiento del sistema nervioso. Por ejemplo un grupo de bacterias son importantes para la formación de triptófano, manteniendo sus niveles plasmáticos adecuado, materia prima fundamental para la formación a nivel del sistema nervioso central de serotonina, uno de los principales neurotransmisores.

Si claramente no existe una “flora intestinal” perfecta o común para todo ser humano, el avance en estos estudios, consiste en encontrar biomarcadores preventivos y terapias a futuro que permitan mantener un microbioma saludable promotor de una adecuada homeostasis con el resto de sistemas. Por ejemplo nutrientes efectivos para el sistema nervioso central, previamente conocidos sería el omega 3, el zinc, probióticos,  carbohidratos no digeribles, flavonoides, etc.

Estos avances abren sin duda una puerta más para una nueva y amplia materia de investigación que permita no solo utilizar hábitos claros preventivos para evitar enfermedades neurológicas en un futuro sino también una terapia complementaria más específica, según biomarcadores estudiados, para cada enfermedad neurológica relacionada, cuando se conozca más acerca de la compleja relación que parece tener el microbioma intestinal, junto con el control endocrinológico, inmunológico y nervioso.

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